Las manchas en la piel son alteraciones en la uniformidad del color de una determinada zona de la piel. Aunque pueden existir manchas blancas o más pálidas que la piel de alrededor, o incluso rosadas o rojizas, las manchas que motivan un mayor número de consultas son las que tienen diferentes tonos de marrón. Este color se debe habitualmente a un exceso del pigmento habitual de la piel (melanina) que puede ser debido a un aumento en el número de células que lo produce o, de forma más frecuente, a un aumento de la cantidad de pigmento en la zona.
La exposición al sol influye sobre cualquier tipo de mancha en la piel, bien sea oscureciéndola de forma transitoria (pecas, lunares) o permanente, o favoreciendo su aparición en una piel previamente sin manchas. Por ello cualquier medida destinada a combatir o a prevenir la aparición de manchas en la piel ha de ir invariablemente asociada con medidas de protección solar.
El daño solar acumulado a lo largo de los años puede hacer aparecer manchas marrones en las zonas más expuestas (la cara, las manos, el escote), especialmente en personas de piel clara que no se broncean con facilidad. Aunque de forma popular estas manchas se habían denominado “manchas hepáticas” o “manchas del hígado”, su aparición no tiene ninguna relación con enfermedades del hígado ni con ninguna otra enfermedad interna, si bien son más frecuentes en personas mayores, de salud más delicada.
En ellas coexiste un exceso del pigmento normal de la piel (la melanina) junto con el depósito de algunas proteínas degradadas por la exposición solar crónica. Aunque no precisan tratamiento, está demostrado que cuando las vemos, asignamos una edad 10 años superior y una salud más frágil a la persona que las tiene.
La exposición al sol de áreas de la piel todavía enrojecidas por una irritación, una herida o una cicatriz recientes puede provocar una disposición anormal del pigmento en la zona, que aparecerá como una mancha en la cara o la piel más o menos oscura en aquella zona y que persistirá durante meses o años. Este tipo de manchas, llamadas “pigmentaciones post-inflamatorias” son más frecuentes e intensas en personas que se broncean con facilidad, y suponen una complicación frecuente tras la aparición de lesiones en la piel (heridas, infecciones, acné, etc.) o tras su tratamiento. En general suelen disminuir gradualmente de intensidad con el tiempo hasta desaparecer, un proceso que a veces puede necesitar hasta 2 años.
Por eso debemos cuidar la piel con una rutina de tratamientos como lo son los exfoliantes, las mascarillas, cremas hidratantes o humectantes así mismo como la protección solar; para dar flexibilidad y restauración de la piel en cualquiera de las zonas que requieren un cuidado especial.