Las uñas son mucho más que un lindo detalle decorativo en la punta de los dedos. Estas estructuras, compuestas de queratina y de consistencia dura, sirven como protección, aparte de intervenir en el sentido del tacto, la prensión, la motricidad fina y, en el caso de las de los pies, en la locomoción, sostenibilidad y circulación periférica, la piel sensible que tienen bajo ellas ayudando al equilibrio al caminar.
Una función de la lámina ungueal es la permeabilidad: la pérdida de agua a través de la uña es tan elevada como a través de la palma de la mano. La uña junto con el tejido adyacente y la yema de los dedos constituyen una unidad funcional como órgano del tacto y órgano prensil que habilita funciones tan importantes para la vida del ser humano como son el rascado y cosquilleo, convirtiéndose, de esta manera, en un recurso emocional.
Las uñas, nos permiten manipular y recoger objetos, soportan los tejidos de los dedos y otorgarles protección. Sin ellas no podríamos sostener objetos de la misma forma que lo hacemos normalmente. Además, cumplen una función de absorción de agua como si fueran esponjas, que más tarde será devuelta por evaporación. De esta forma evitan que el tejido reblandezca los tejidos de la punta de los dedos de las manos y de los dedos de los pies.
Las uñas constituyen una parte esencial en el sentido del tacto, sin ellas no podríamos sentir lo mismo que sentimos teniéndolas. Al mismo tiempo habilitan funciones muy importantes que realizamos los seres humanos como el rascado y el cosquilleo.
Otro uso importante de las uñas se da en la música. En muchos instrumentos de cuerda pulsada se usan las uñas, siendo notable la diferencia del sonido con respecto a la púa. En estos casos las uñas se dejan crecer y se les da una forma específica. Las uñas también sirven como elemento decorativo, cubriéndose la superficie con esmaltes sintéticos y pequeños fragmentos artificiales.